Reconozco que he tenido
abandonado esto, pero ha sido por una buena causa: estaba haciendo cine. Pero
cine del de verdad, no de ese que hacen en Hollywood. Y es que los americanos
no son los reyes del cine, son los reyes del tópico. Tampoco son los reyes del
mambo, esos son los cubanos, pero esto no viene a cuento. ¡Maaaaaambo!
Hollywood, ese lugar que no vive
del cine sino de la venta de tinte de pelo y de mantequilla de cacahuete, hace
un cine… ¿hace cine? Repasemos toda la
historia del cine, o bueno no, que para eso está Scorsese y La Invención de
Hugo también conocida como: Cómo llevar a la pantalla los apuntes de Historia
del Cine.
¿Por qué? Esa es la pregunta con
la que comienza todo este sinsentido (si no me creéis, preguntad a Mourinho).
¿Por qué todos los malditos calvos que aparecen en las películas son malos?
Bueno, rectifico, si son negros, no. Pero si son blancos y calvos, son el mal
en persona. Siempre. No falla. Y ante esta incesante duda yo no pude hacer otra
cosa que ir directamente a un afectado. Así que pregunté a mi padre: “Oye, tú
(le llamé Tú, ante la posibilidad de que fuese un malo, siempre hay que
llamarles Tú), ¿por qué los calvos blancos siempre sois los malos en las
películas?” La inquietante respuesta fue: “A ver si te crees que por ser calvo
y blanco salgo en películas”; de lo de ser malo no dijo nada así que deduzco
que sí, siempre son malos. Duda resulta. No me deis las gracias.
Otro tema, siguiendo con el mal
en la gran pantalla, es el de las bombas. Parece ser que en los Estados Unidos
de América siempre están explotando cosas y, si no pensáis lo mismo, es que no
habéis estado allí, que a uno no le dejan ni ir a la compra tranquilo con tanta
explosión, tanto tiroteo y tanta leche. Que resulta que va uno paseando
tranquilamente por la calle cuando se produce un desplegué policial y empiezan
a explotar coches y te tiran al suelo y te gritan: “¡John, no lo hagas!” Y tú: “Ni
soy John, ni voy a hacer nada. Menos patriotismo y menos gilipollez, y dejad de
montar la de Dios es Cristo, que a ver quien limpia luego esto”.
COCHES, siempre son coches. Datos
recientes del Instituto Nacional de Estadística aseguran que en Estados Unidos
hay más coches explotados que sin explotar. También dice otra estadística que
la cantidad de sándwiches de mantequilla de cacahuete con gelatina de fresa que
se comen al día en ese país supera a los coches y por supuesto, ríete tú de los
bocatas de calamares de la Plaza Mayor. Yanquis, manda huevos… o, en su idioma,
“send eggs”.
Vale, pero el quid de la cuestión
no está en la explosión en sí misma, sino en la bomba que la ocasiona.
Desactivar la bomba, la maldita bomba del demonio. Y ahora todos (listos, que
sois unos listos) estáis pensando: “Já, chupado, todo el mundo sabe que hay que
cortar el cable” Ya, pero, ¿qué cable? Porque no hay ninguna regla escrita que
diga qué cable. En una película te dicen que el azul, en otra que el rojo. Y lo
mejor es que el tío que ha fabricado la bomba se dedicó a buscar cables de colorines
por dos razones, no sé cuál es la correcta: o bien para facilitar su desactivación
al enemigo enemiguísimo o bien porque tenía que expresar su lado más creativo
en la fabricación, por aquello de sentirse realizado y tal.
Y esto no es todo, lo mejor es,
¿por qué en muchas ocasiones el tío que desactiva la bomba lleva guantes de
látex? Ajajá, jajá, jajám porque… el látex protege de la explosión tanto como
las sábanas de las puñaladas de los atracadores nocturnos, ¿verdad?
Pero el tópico más intrigante para
la gente de a pie es, sin lugar a dudas, el del padre que nunca va a ver a su
hijo al partido de baseball. Pero para este tengo respuesta, queridos
cinéfilos. ¿Quién demonios es capaz de tragarse un maldito partido de baseball?
La pelota es enana, un padre de cierta edad y cierta vista cansada eso no lo
ve. ¡Que no se ve, no-se-ve! Y para ver tíos corriendo en un terreno con forma
de diamante, como locos, mientras otro mira al cielo y se mueve como los
dibujos animados cuando intentan evitar que les caiga un yunque en la cabeza. Y
con esas mayas tan ajustadas… que son peores que las de los ciclistas porque
son hasta el tobillo, que no pueden llevar calzoncillos debajo porque es
imposible que les quepan y si son de los que usan pololos, están todavía más
jodidos. Esto es infumable así que, uno de esos estudios de estadística que
tanto me gustan, aconseja a las nuevas generaciones de estadounidenses que no se
apunten a ningún equipo de baseball ni se pongan a dar recitales en su defecto porque
tampoco son plato de gusto para nadie, por muy padre suyo que sea.
Por último voy a hacer un pequeño
llamamiento a Hollywood para que dejen de discriminar a la humanidad en lo que
a aterrizaje de extraterrestres se refiere. Ni área 51, ni extraterrestres disfrazados
de gitana, ni avistamiento de OVNIS, ni su padre en bragas. ¿Creéis, en serio,
que si los extraterrestres vienen a este planeta, van a aterrizar en Estados
Unidos? ¿Para qué? ¿Para ir a ver a vuestros hijos jugar al baseball?
No, en serio, si los
extraterrestres han estado alguna vez, en algún momento, en algún lugar y, lo
que es más, se han reproducido con alguna población indígena, ese sitio ha sido
España. O es que la cara de María Teresa Fernández de la Vega no os dice nada.
Por último haré spam una vez más
de mi corto, que tiene novecientas tantas visitas y me vendría bastante bien
que llegase a las mil. Aquí os lo dejo, majos, más que majos.