martes, 3 de julio de 2012

El cine de Hollywood




Reconozco que he tenido abandonado esto, pero ha sido por una buena causa: estaba haciendo cine. Pero cine del de verdad, no de ese que hacen en Hollywood. Y es que los americanos no son los reyes del cine, son los reyes del tópico. Tampoco son los reyes del mambo, esos son los cubanos, pero esto no viene a cuento. ¡Maaaaaambo!

Hollywood, ese lugar que no vive del cine sino de la venta de tinte de pelo y de mantequilla de cacahuete, hace un cine… ¿hace cine?  Repasemos toda la historia del cine, o bueno no, que para eso está Scorsese y La Invención de Hugo también conocida como: Cómo llevar a la pantalla los apuntes de Historia del Cine.


¿Por qué? Esa es la pregunta con la que comienza todo este sinsentido (si no me creéis, preguntad a Mourinho). ¿Por qué todos los malditos calvos que aparecen en las películas son malos? Bueno, rectifico, si son negros, no. Pero si son blancos y calvos, son el mal en persona. Siempre. No falla. Y ante esta incesante duda yo no pude hacer otra cosa que ir directamente a un afectado. Así que pregunté a mi padre: “Oye, tú (le llamé Tú, ante la posibilidad de que fuese un malo, siempre hay que llamarles Tú), ¿por qué los calvos blancos siempre sois los malos en las películas?” La inquietante respuesta fue: “A ver si te crees que por ser calvo y blanco salgo en películas”; de lo de ser malo no dijo nada así que deduzco que sí, siempre son malos. Duda resulta. No me deis las gracias.


Otro tema, siguiendo con el mal en la gran pantalla, es el de las bombas. Parece ser que en los Estados Unidos de América siempre están explotando cosas y, si no pensáis lo mismo, es que no habéis estado allí, que a uno no le dejan ni ir a la compra tranquilo con tanta explosión, tanto tiroteo y tanta leche. Que resulta que va uno paseando tranquilamente por la calle cuando se produce un desplegué policial y empiezan a explotar coches y te tiran al suelo y te gritan: “¡John, no lo hagas!” Y tú: “Ni soy John, ni voy a hacer nada. Menos patriotismo y menos gilipollez, y dejad de montar la de Dios es Cristo, que a ver quien limpia luego esto”.

COCHES, siempre son coches. Datos recientes del Instituto Nacional de Estadística aseguran que en Estados Unidos hay más coches explotados que sin explotar. También dice otra estadística que la cantidad de sándwiches de mantequilla de cacahuete con gelatina de fresa que se comen al día en ese país supera a los coches y por supuesto, ríete tú de los bocatas de calamares de la Plaza Mayor. Yanquis, manda huevos… o, en su idioma, “send eggs”.

Vale, pero el quid de la cuestión no está en la explosión en sí misma, sino en la bomba que la ocasiona. Desactivar la bomba, la maldita bomba del demonio. Y ahora todos (listos, que sois unos listos) estáis pensando: “Já, chupado, todo el mundo sabe que hay que cortar el cable” Ya, pero, ¿qué cable? Porque no hay ninguna regla escrita que diga qué cable. En una película te dicen que el azul, en otra que el rojo. Y lo mejor es que el tío que ha fabricado la bomba se dedicó a buscar cables de colorines por dos razones, no sé cuál es la correcta: o bien para facilitar su desactivación al enemigo enemiguísimo o bien porque tenía que expresar su lado más creativo en la fabricación, por aquello de sentirse realizado y tal.
Y esto no es todo, lo mejor es, ¿por qué en muchas ocasiones el tío que desactiva la bomba lleva guantes de látex? Ajajá, jajá, jajám porque… el látex protege de la explosión tanto como las sábanas de las puñaladas de los atracadores nocturnos, ¿verdad?


Pero el tópico más intrigante para la gente de a pie es, sin lugar a dudas, el del padre que nunca va a ver a su hijo al partido de baseball. Pero para este tengo respuesta, queridos cinéfilos. ¿Quién demonios es capaz de tragarse un maldito partido de baseball? La pelota es enana, un padre de cierta edad y cierta vista cansada eso no lo ve. ¡Que no se ve, no-se-ve! Y para ver tíos corriendo en un terreno con forma de diamante, como locos, mientras otro mira al cielo y se mueve como los dibujos animados cuando intentan evitar que les caiga un yunque en la cabeza. Y con esas mayas tan ajustadas… que son peores que las de los ciclistas porque son hasta el tobillo, que no pueden llevar calzoncillos debajo porque es imposible que les quepan y si son de los que usan pololos, están todavía más jodidos. Esto es infumable así que, uno de esos estudios de estadística que tanto me gustan, aconseja a las nuevas generaciones de estadounidenses que no se apunten a ningún equipo de baseball ni se pongan a dar recitales en su defecto porque tampoco son plato de gusto para nadie, por muy padre suyo que sea.

Por último voy a hacer un pequeño llamamiento a Hollywood para que dejen de discriminar a la humanidad en lo que a aterrizaje de extraterrestres se refiere. Ni área 51, ni extraterrestres disfrazados de gitana, ni avistamiento de OVNIS, ni su padre en bragas. ¿Creéis, en serio, que si los extraterrestres vienen a este planeta, van a aterrizar en Estados Unidos? ¿Para qué? ¿Para ir a ver a vuestros hijos jugar al baseball?
No, en serio, si los extraterrestres han estado alguna vez, en algún momento, en algún lugar y, lo que es más, se han reproducido con alguna población indígena, ese sitio ha sido España. O es que la cara de María Teresa Fernández de la Vega no os dice nada.


Por último haré spam una vez más de mi corto, que tiene novecientas tantas visitas y me vendría bastante bien que llegase a las mil. Aquí os lo dejo, majos, más que majos.