miércoles, 23 de octubre de 2013

El paro


El otro día fui al INEM, ya sabéis, ese sitio de felicidad, luz y golosinas donde los funcionarios te dan por todas partes hasta que se te quitan las ganas de cobrar el paro, de encontrar trabajo y hasta de darle la razón a Rajoy con lo de que paro ha bajado sólo porque te dejen de pedir documentos imposibles de conseguir para hacer oficial tu condición de parada. Que te los podían pedir todos a la vez, pero no, eso es demasiado trabajo para un funcionario. El caso es que a mí, en realidad, el tema ese de la oficialidad me la trae al fresco, pero no paran de decir en la tele que el paro ha bajado y yo quiero poner mi granito de arena para que el Señor Rajoy no pueda presumir de "creación de empleos".

Mi odisea en el paro no puede narrarse sin expresar mi profundo rechazo hacia los empleados del INEM. Para empezar es algo que no hace excesiva gracia, me explico: vas allí a apuntarte porque estás desempleado y te atiende un EMPLEADO del INEM que no sólo es que sea EMPLEADO sino que encima le paga el Estado!  Después está el tema de que hay que hacer cola, como si regalasen algo, y ya os digo yo que regalar no regalan nada.


Yo fui allí a las 9 menos cuarto de la mañana, porque el horario es de 9 a 10 y media, que manda narices, por si no tuvieses poco con ser parado te fastidian una de las pocas ventajas que tiene no trabajar que es dormir hasta tarde. Pues ale, allí estaba yo, a las 9 menos cuarto de la mañana, escuchando a los que llegaban detrás de mi pedir la vez como si de una carnicería se tratase; pero la similitud de la carnicería no acaba allí, porque las señoras paradas también intentan colarse allí; estarán paradas pero el espíritu toca-narices no lo pierden.

El caso es que allí estaba cuando llegó una niña de unos 5 años corriendo y abrazó a su abuelita que estaba haciendo cola justo delante de mí. La frase exacta de la niña fue: "¿Abuelita, de qué es este trabajo?" Que a mí me entraron ganas de contestarle a la pobre criatura que pagarnos por hacer cola no, pero que ya estábamos trabajando más que los funcionarios de dentro, que llevaban 10 minutos de retraso para abrir las puertas porque el primer cafelito de la mañana no podía esperar.


Una vez pasado el sufrimiento de hacer cola, y a punto de querer darme a la bebida y olvidarme de trabajar y de hacer más colas como esa, y de escuchar las injurias que un grupo de señoras paradas en corrillo (paradas en los dos sentidos, porque como buenas señoras se habían parado en un lugar estratégicamente pensado para que no pudiese pasar nadie por ambos lados) soltaban hacia el gobierno, la administración y todo el que se pusiese por medio, llegó mi turno. Intenté esquivar a las señoras: nada; driblarlas: nada; hacer eslalon entre ellas: no way. Finalmente decidí que era más fácil saltarlas que rodearlas y posiblemente hubiese sido así aunque sólo hubiese habido una señora parada en medio.

Y por fin, llegué allí, a enfrentarme a mi funcionario asignado para tramitar mi demanda de empleo que se llama o, como yo prefiero llamarla, mi vale de descuento para museos, exposiciones y un largo etcétera.


Llegados a este punto os voy a desvelar uno de los secretos mejor guardados del Gobierno de este maldito país: el programa de ordenador que utilizan en el INEM debe de ser el mismo que hace 20 años: blanco, blanco, blanco, cuadradito en blanco, blanco, blanco, código con letra de máquina de escribir. ¡De máquina de escribir! Si se descuidan sacan la pluma y el tintero para rellenarme la solicitud. Yo les hago una página más bonita por 50 euros, pero claro no quieren crear empleo aunque presuman de lo contrario.

El caso es que ahora soy parada, y tengo un papelito muy mono que lo confirma y que hace que los museos me salgan más baratos. Antes me hubiese dado por donar sangre, pero ya no dan bocata, así que he tenido que ahorrar por otro lado; hasta que me toque donar el riñón, a mí y a todos los españoles. Y lo peor, es que con esto de que nos gobierna un señor con barba y vestido (sí, me refiero a la Merkel) los alemanes por fin acabarán haciéndose esos trasplantes de riñón tan ansiados para poder soportar el alcohol como hacen los órganos españoles y no acabar haciendo balconing en las Baleares o ridículo en las discotecas más selectas del litoral peninsular.

Por último, os animo a visitar el blog de unos parados y disfrutar de las comidas que preparan en su tiempo libre que es mucho pero feliz, porque la Merkel no tiene aún sus órganos: Banana & Papol
Todo está delicioso y ellos os estarán eternamente agradecidos.