El otro día fui al INEM, ya sabéis, ese sitio de felicidad, luz y
golosinas donde los funcionarios te dan por todas partes hasta que se te
quitan las ganas de cobrar el paro, de encontrar trabajo y hasta de
darle la razón a Rajoy con lo de que paro ha bajado sólo porque te dejen
de pedir documentos imposibles de conseguir para hacer oficial tu
condición de parada. Que te los podían pedir todos a la vez, pero no,
eso es demasiado trabajo para un funcionario. El caso es que a mí, en
realidad, el tema ese de la oficialidad me la trae al fresco, pero no
paran de decir en la tele que el paro ha bajado y yo quiero poner mi
granito de arena para que el Señor Rajoy no pueda presumir de "creación
de empleos".
Mi odisea en el paro no puede narrarse sin expresar
mi profundo rechazo hacia los empleados del INEM. Para empezar es algo
que no hace excesiva gracia, me explico: vas allí a apuntarte porque
estás desempleado y te atiende un EMPLEADO del INEM que no sólo es que
sea EMPLEADO sino que encima le paga el Estado! Después está el tema de
que hay que hacer cola, como si regalasen algo, y ya os digo yo que
regalar no regalan nada.
Yo fui allí a las 9 menos
cuarto de la mañana, porque el horario es de 9 a 10 y media, que manda
narices, por si no tuvieses poco con ser parado te fastidian una de las
pocas ventajas que tiene no trabajar que es dormir hasta tarde. Pues
ale, allí estaba yo, a las 9 menos cuarto de la mañana, escuchando a los
que llegaban detrás de mi pedir la vez como si de una carnicería se
tratase; pero la similitud de la carnicería no acaba allí, porque las
señoras paradas también intentan colarse allí; estarán paradas pero el
espíritu toca-narices no lo pierden.
El caso es que allí
estaba cuando llegó una niña de unos 5 años corriendo y abrazó a su
abuelita que estaba haciendo cola justo delante de mí. La frase exacta
de la niña fue: "¿Abuelita, de qué es este trabajo?" Que a mí me
entraron ganas de contestarle a la pobre criatura que pagarnos por hacer
cola no, pero que ya estábamos trabajando más que los funcionarios de
dentro, que llevaban 10 minutos de retraso para abrir las puertas porque
el primer cafelito de la mañana no podía esperar.
Una
vez pasado el sufrimiento de hacer cola, y a punto de querer darme a la bebida y olvidarme de trabajar y de hacer más colas como esa, y de escuchar las injurias que
un grupo de señoras paradas en corrillo (paradas en los dos sentidos,
porque como buenas señoras se habían parado en un lugar estratégicamente
pensado para que no pudiese pasar nadie por ambos lados) soltaban hacia
el gobierno, la administración y todo el que se pusiese por medio,
llegó mi turno. Intenté esquivar a las señoras: nada; driblarlas: nada;
hacer eslalon entre ellas: no way. Finalmente decidí que era más fácil
saltarlas que rodearlas y posiblemente hubiese sido así aunque sólo
hubiese habido una señora parada en medio.
Y por fin, llegué
allí, a enfrentarme a mi funcionario asignado para tramitar mi demanda
de empleo que se llama o, como yo prefiero llamarla, mi vale de
descuento para museos, exposiciones y un largo etcétera.
Llegados
a este punto os voy a desvelar uno de los secretos mejor guardados del
Gobierno de este maldito país: el programa de ordenador que utilizan en
el INEM debe de ser el mismo que hace 20 años: blanco, blanco, blanco,
cuadradito en blanco, blanco, blanco, código con letra de máquina de
escribir. ¡De máquina de escribir! Si se descuidan sacan la pluma y el
tintero para rellenarme la solicitud. Yo les hago una página más bonita
por 50 euros, pero claro no quieren crear empleo aunque presuman de lo
contrario.
El caso es que ahora soy parada, y tengo un papelito
muy mono que lo confirma y que hace que los museos me salgan más
baratos. Antes me hubiese dado por donar sangre, pero ya no dan bocata,
así que he tenido que ahorrar por otro lado; hasta que me toque donar el
riñón, a mí y a todos los españoles. Y lo peor, es que con esto de que
nos gobierna un señor con barba y vestido (sí, me refiero a la Merkel)
los alemanes por fin acabarán haciéndose esos trasplantes de riñón tan
ansiados para poder soportar el alcohol como hacen los órganos españoles
y no acabar haciendo balconing en las Baleares o ridículo en las
discotecas más selectas del litoral peninsular.
Por último, os animo a visitar el blog de unos parados y disfrutar de las comidas que preparan en su tiempo libre que es mucho pero feliz, porque la Merkel no tiene aún sus órganos: Banana & Papol
Todo está delicioso y ellos os estarán eternamente agradecidos.